lunes, 3 de febrero de 2014

Hacia el Sureste Europeo II: Istanbul (Turquía)

Salimos de Sofia temprano y cogimos la autopista para llegar a Turquía, había bastante nieve en las montañas que atravesaba la carretera pero en el asfalto no había nada así que podíamos ir a los 140 km/h que permiten en Bulgaria, claro, con permiso del firme, que en bastantes tramos era un poquito precario.


Llegó un momento en el que las señales de la carretera y las indicaciones del GPS se contradijeron, la autopista me mandaba salir para llegar a Istanbul y el GPS me decía que siguiese por la autopista y apartase unos 40km más adelante. Como le tengo mucha confianza al GPS, porque, con más o menos vueltas siempre me deja en el lugar exacto que le marco, me fié de él y seguí por la autopista, pasé tres o cuatro salidas que marcaban Istanbul y eso me hizo desconfiar menos todavía y pensar que la salida que me marcaba también era válida para llegar a mi destino. Y efectivamente así fue, cuando tomé la salida ahí estaba marcado también Istanbul.


En cosa de unos 300 metros la carretera empezó a degenerar de una manera exponencial. A los diez kilómetros se podía decir, literal, que había más baches que asfalto. En un cruce, el GPS me mandaba seguir recto pero la carretera estaba totalmente cubierta de nieve y se veía que, como mucho, habían pasado dos coches en las últimas 24 horas por ahí. Justo al lado había un cartel que ponía Istanbul a la izquierda así que seguí las indicaciones de las señales y desistí del GPS que, a partir de ese momento, ya no supo encontrar ninguna ruta para seguir el viaje. Miré un poco el mapa del GPS y vi que, más o menos rápido, acabaría llegando a una carretera ¿principal? y podría seguir nuestro camino.



Vuestra pregunta en estos momentos será: ¿y por qué no diste la vuelta hasta la primera indicación? lo cierto es que me planteé esa misma cuestión muchas veces durante la hora y media que duró la aventura por los pueblos perdidos de Bulgaria y es que regresar significaría perder algo menos de una hora más el tiempo que ya llevábamos invertido y tenía la esperanza que aquello mejorase en algún momento.


Después de unos 45 minutos llegamos a una carretera secundaria que estaba en relativamente buenas condiciones, el GPS se localizó de nuevo y nos marcó el camino a Istanbul otra vez. Cuando llegamos a la carretera que estaba marcada inicialmente llevábamos como unos 45 minutos de retraso así que la pérdida final no fue tan grande.


Como no, el hecho de habernos desviado de la ruta principal nos permitió ver un poco de la Bulgaria profunda y nos pudimos dar cuenta de que, si en la capital la cosa se veía jodida, en los pueblos era tremendamente peor. Las casas sin pintar, las ventanas deplorables, ni una sola acera, barro por todos lados (era invierno), coches viejos y en mal estado... Como siempre digo, en los viajes no existe la palabra perderse: simplemente es desviarte para conocer lugares que no habías previsto.


Es un hecho que me cabreé con el GPS por lo que me acababa de hacer así que decidí no fiarme ciegamente de lo que me dijese a la primera, pero bien es cierto que disfruté de la visión del Bulgaria profunda y alejada de la capital. Indudablemente, en ese mismo momento decidí que a la vuelta seguiríamos las indicaciones de los carteles para llegar a Sofia y así comprobar si el 'camino oficial' ofrecía otro aspecto diferente (esperábamos que sí).


Finalmente llegamos a las doce y media a la frontera dispuestos a pasar. La salida de Bulgaria, como no, deprimente total: casas sin ventanas, ninguna acera, todo lleno de barro, hoteles con aspecto deplorable y un montón de camiones parados en los arcenes de la estrecha carretera de modo que sólo quedaba un carril libre para los dos sentidos de circulación... era Bulgaria, así que nos metimos por ese carril esperando no cruzarnos con ningún coche y tener que dar marcha atrás.



Una vez llegados a la frontera turca la cosa cambiaba 100%, hasta parecía que el sol brillaba con más potencia. Pasamos dos casetas, un centro comercial nuevo y enorme de tiendas 'duty free' y a la tercera me dijeron que para el coche, como está a nombre de mi padre, necesitaba un permiso suyo para pasarlo a Turquía, permiso en el que tenía que aparecer su consentimiento y una fotocopia de su pasaporte.



Así que ahí estaba yo preguntándome cómo iba a hacer, porque mi padre estaba en Melide y el pasaporte lo tendría en Coruña. Así que me puse a pensar y recordé que tenía un mail suyo guardado (esperaba) en Gmail de cuando les había sacado los billetes de avión a USA para venir a nuestra boda, así que me fui a buscar un lugar con internet (bendito centro comercial de nueva construcción) y me puse a rebuscar en mis mails hasta que apareció el pasaporte. Finalmente hice un escrito en nombre de mi padre y lo envié por mail junto con el pasaporte a la señora de la oficina. No me hizo falta su firma así que no tuve que falsificarla.


Después de todo este lío, y con dos horas y media de retraso (vueltas, vueltas y más vueltas de aquí para allá en la frontera intentando solucionar el problema sin molestar a mi padre) pudimos entrar en Turquía.


El resto del camino fue por autopista de pago de muy buena calidad (quizás comparable a las francesas o alemanas). Eso sí, para poder pagar las autopistas había que comprar una pegatina y sólo la vendían justo en el peaje, o si la vendían en otro lugar no lo sabíamos, y curiosamente el lugar donde la vendían estaba en el sentido contrario. Así que ahí me ves dejando el coche en el arcén de la autopista y cruzando a pie con el beneplácito del policía al que previamente había preguntado si podía hacer eso.


La entrada en Istanbul se puede resumir rápidamente: tráfico y coches atravesando carriles como si nada. Cuando llegamos al hotel ya eran cerca de las siete y ya lo que habíamos planeado ir a ver ese día se quedó en eso, un plan.



Como Istanbul tenía muchas cosas que ver, ese mismo día decidimos decirle al del hotel que queríamos otra noche más. El señor del hotel, muy majo él, nos respetó el precio de Booking y nos dio las indicaciones del hotel, de cómo llegar diferentes sitios y qué era lo más interesante de visitar.


El hotel estaba en la zona de Sultanahmet, desde la ventana de la habitación podíamos ver enfrente uno de los minaretes de la Mezquita Azul (estaba como a cinco minutos andando). Así que el primer día bajamos a cenar al hotel y después nos fuimos a dar una vuelta nocturna por los alrededores y pudimos sacar algunas fotos de la Mezquita Azul, Aya Sofia y caminar por lo que era el antiguo hipódromo. A la mañana siguiente ya empezaríamos nuestra visita de verdad.



El primer día, lunes, nos fuimos a ver la Cisterna de Yerebatan (columnas, columnas, columnas...) y el Palacio Topkapi: muy buenas vistas y una exposición de piezas bastante grande que nos llevó una gran parte de la mañana. Entramos en la parte del harem pero no nos acabó de convencer. Disfrutamos mucho más el resto del palacio y las impresionantes vistas.

Después del palacio nos fuimos a comer algo y seguimos nuestro camino hacia la Mezquita Nueva. Allí entramos por primera vez en un templo musulmán y nos sorprendió mucho ver que había gente que dejaba fuera los zapatos (¿no tienen miedo que se los roben?) y que las mujeres entraban todas tapadas de la cabeza (algo que ya sabíamos pero verlo como que llama más la atención). Dentro nos sorprendió la amplitud del lugar y, sobre todo, ver que los únicos que estaban rezando eran los hombres mientras las mujeres no turistas estaban detrás de un biombo enorme al fondo de la mezquita. Una experiencia distinta que nos gustó mucho vivir.


Después de eso entramos en el Mercado de las Especias: color, olor, bullicio... hay que verlo para poder contarlo y mejor que contarlo es vivirlo en primera persona.

Del mercado cruzamos el puente hacia la torre Galata para ver las vistas de la ciudad. Wow! Bien bonitas, el día estaba soleado y estaba a punto de atardecer así que pudimos ver cómo caía la noche sobre la ciudad. Precioso espectáculo del que nos quedaron unas cuantas fotos buenas y un montón de recuerdos en la retina.


Para un día el paseo había sido más que suficiente así que, como estábamos agotados, cogimos un taxi y nos volvimos al hotel. Después de un merecido descanso en la habitación buscamos restaurantes cerca con la app TripAdvisor y encontramos uno que estaba a cinco minutos del hotel, Shadow, y aparecía como el número dos de todo Istanbul. Así que para allá que nos fuimos. Nunca habíamos utilizado demasiado el TripAdvisor pero realmente para estas cosas, cenar en buenos sitios cuando no conoces nada y las opciones son infimitas, es más que esencial. El restaurante muy bueno y todo lo que habíamos leído era cierto. A partir de esta experiencia hemos decidido usar el TripAdvisor siempre que nos encontremos perdidos a la hora de comer.


Después de cenar podría haber tocado volver a admirar la Mezquita Azul y Aya Sofia pero estábamos demasiado cansando así que nos volvimos directamente al hotel, ya habría más momentos para volver a verlas de noche.


Deste primeiro día quedamos co choque cultural e co diferente que é esta cidade con respecto a outras que temos visitado. Tan só pasara un día, pero xa estabamos convencidos que a elección feita como eixo central desta viaxe era máis que atinada.

2 comentarios:

  1. Ni sé las veces que te lo he dicho ya, pero ver de nuevo las fotos, me hace recordar lo preciosa que es la ciudad y el deseo imperante que tengo de volver!!!!!!!!!!!!

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  2. Nosotros también estamos deseando volver, y eso que acabamos de ir :)

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