domingo, 8 de diciembre de 2013

Nadal en Praga

El primer sábado de diciembre quedamos con Manu y con Zoila para salir temprano e ir a ver cómo se ponía Praga por Navidades.


Recientemente había nevado un poco en Olomouc pero no lo suficiente como para que nos pudiésemos encontrar problemas en la carretera. Efectivamente, la carretera estaba totalmente limpia y salvo en un lugar que está en la parte más alta de la ruta Brno - Praga, casi se podía decir que ni nieve había. Y es que este primer año de nuestra llegada estaba siendo demasiado caluroso para las temperaturas que dicen que hay por aquí. De hecho, salvo unos cuantos días por debajo de -5ºC de máxima, siempre se llegaba a los 0ºC o más de máxima. Y en cuestión de nieve, salvo una pequeña nevada, no hubo ningún tipo de problema.


Llegamos a Praga en coche sobre las once de la mañana así que me fui a buscar un sitio para aparcar el coche (cerca de la estación de trenes hay un sitio en el que se puede aparcar gratis los fines de semana) mientras ellos tres hacían el check-in.


Como estábamos en la zona de la estación de tren y quedaba a tiro de piedra la parte antigua de la ciudad pues decidimos ir andando mientras buscábamos un sitio para comer algo antes de empezar con la caminata.


Así que comenzamos visitando la Václavské náměstí y viendo los primeros puestos de comida, cerveza y compras que habían puesto por la zona. Como es típico seguimos el río de gente que nos llevaba directamente hasta la Staroměstské náměstí (Plaza del Reloj Astronómico) y allí ya comprendimos finalmente por qué tiene tanta fama la Navidad en Praga. Un montón de puestos, adornos por todas partes con la forma del Reloj Astronómico (este año debía de tocar ese tema decorativo), unas luces muy bien puestas y muchísima, muchísima gente.


Estuvimos dando vueltas por la plaza pinchando algo por aquí, tomando punč por allá, (por cierto, el mejor punč: el de Olomouc), sacando fotos por todas partes y después nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores para salir un poco del agobio de ver tanta gente. Acabamos viendo una sinagoga y, sin darnos mucha cuenta, llegamos al río.


Una vez en el río la ruta estaba clarísima: Karlův most (puente de San Carlos). Así que bajamos por la ribera sacando fotos casi nocturnas del río y del puente y llegamos a nuestro destino que, como no, estaba lleno de gente. Al atravesar el puente lleno de figuras religiosas (algo curioso que en uno de los países que se declaran más ateos del mundo haya tantos santos) pasamos del Staré město (ciudad antigua) a la parte de Malá Strana (página pequeña). Otro lugar igual de bullicioso pero que da acceso para llegar al Castillo que domina el horizonte de Praga.


Por allí estuvimos dando una vuelta por las tiendas del lugar y encontramos un restaurante con buena pinta para comer así que, como era muy temprano para la cena, nos fuimos a tomar un café, visitar un lugar templario que había cerca y nos subimos, sin prisa pero sin pausa, hasta la entrada del Castillo para poder ver la vistas nocturnas que nos ofrecía dicho emplazamiento. Y lo cierto que es uno de esos sitios que merece la pena visitar a cualquier hora del día... pero que por la noche casi que merece más la pena sino llega a ser por el hecho de que la entrada al Castillo se encuentra cerrada.


Así que nos sacamos unas fotos por la zona (como no, también con los guardias del castillo que no se mueven) y volvimos a bajar por el mismo camino que nos había llevado hasta allí. Por la zona encontramos un par de cafeterías y restaurantes que tenían buena pinta pero ya habíamos reservado lugar justo antes de llegar al puente.


A las ocho ya estábamos en la mesa dispuestos a comer así que pedimos unas cervezas de un litro para cada uno y ordenamos la comida... No sé qué pudo haber pasado en la cocina (sospechamos que se habían quedado sin pan para la sopa 'goulash') que la comida tardó como cosa de una hora y media en llegar y cuando llegó había algunos platos que ya estaban requemados de esperar tanto tiempo y otros que estaban ardiendo porque acababan de hacerlos. Pero la sorpresa nos la llevamos a la hora de pagar, porque empezaron a cobrar por todo lo que no está escrito (entrantes que no pedimos pero nos pusieron, servicio, cubiertos, nos cobraron a parte la leche del 'café con leche', que por cierto, por lo que nos cobraron nos podían haber dado el litro completo de leche...) y al final salimos de aquel lugar 'desplumados'.


Pero bueno, esas cosas sabes que cuando andas turisteando te pueden pasar, así que lo asumes y sigues adelante a la siguiente visita. Por cierto, el lugar, que es muy pequeño, está realmente muy bien decorado y tiene un ambiente bastante agradable, se llama Vlázních. Lo dicho, recomendable, pero muy caro, además, la comida tampoco fue una maravilla.


Ya sólo nos quedaba volver andando al hotel, estábamos como a una media hora de distancia, y descansar para al día siguiente acabar con la visita.


Como no teníamos el desayuno incluido nos tomamos un café rápido y nos fuimos a comer salchichas a las casetas navideñas. El camino que habíamos hecho el día anterior, lo volvimos a recorrer porque nuestro destino final era Pražský hrad (el Castillo de Praga) que habíamos visto por fuera el día anterior pero hoy tocaba verlo por dentro. En esto Saraí ya nos llevaba ventaja porque lo había visto en la anterior visita a Praga así que la tuvimos como guía :)


Pasear por Praga siempre es bonito, así que, a pesar de toda la gente que seguía habiendo, disfrutamos del trayecto de casi una hora (siempre se hace más largo porque acabas parando en mil sitios) como si fuese la primera vez que lo recorríamos: Václavské náměstí, Staroměstské náměstí, Karlův most, Malá Strana y Pražský hrad.


Del castillo decir que está muy bien cuidado, pero que no es un castillo estilo Bouzov, sino que es más bien un recinto amurallado en el que te puedes encontrar todos los servicios que usaba la realeza en su momento: catedral, pozos, calle de artesanos, iglesias, edificios oficiales... Distinto pero, como no, muy bonito para pasar una mañana perdido sacando fotos y viendo el cambio de guardia.


Estuvimos allí sobre una hora y nos fuimos retirando hacia el coche porque era domingo y al día siguiente había que trabajar.


Cada vez que vamos a esta ciudad nos gusta un poco más. Lo cierto es que Praga es una de esas ciudades que se ha ganado la fama que tiene.

 

A seguinte entrada xa será do Nadal en Galicia :)

sábado, 30 de noviembre de 2013

Un mesecito de descanso, por favor :)

Ya iba siendo horas de descansar en casa, bajar a cenar los fines de semana a algún restaurante y quedar con los amigos para tomar unas cervezas... El mes de noviembre se puede resumir así.



Y es que tanto viaje acaba por hacerte valorar más el tiempo que pasas en casa tranquilo: no se ven cosas nuevas, pero el cuerpo descansa. Así que durante todo el mes de noviembre nos dedicamos a eso: relajarnos.


Como a principios de noviembre es el cumpleaños de Saraí, invitamos a varios de nuestros amigos a comer algo típico mexicano en casa y pastel. Aprovechamos para invitar a algunos compañeros: Antonio y Óscar (del instituto), Manuel y Zoila (los compañeros de Vigo), Isa y Lenka (ex-compañeras del insituto) y unas compañeras que conoce Saraí... Vamos, la gente suficiente para pasar un rato en casa tranquilos y disfrutando.


El resto de los fines de semana aprovechamos para seguir conociendo restaurantes y lugares en los que salir por la noche: pizzería La Scala, pub Morgan's, 818 restaurant (con muy buenas vistas de la ciudad), restaurante japonés Miomi, restaurante U-Andela, restaurante The Crack, restaurante Caesar, restaurante Viktoria, Činská Restaurace, el pasadizo de los pubs... Vamos, lo que se dice estar quieto pero no parar.


El día 24 de noviembre encendieron las luces de Navidad en la Plaza y como parece ser que es todo un acontecimiento ahí nos fuimos con Manu y Zoila para ver el evento. De lo poco que entendimos del discurso, la cuenta atrás: deset, devět, osm, sedm, šest, pět, čtyři, tři, dva, jedna... y se hizo la luz. Muy bonito espectáculo de luces y con todos los puestos de madera, el ambiente era más que acogedor. Eso sí, desde que llegué nunca había visto a tanta gente en Horní náměstí (la Plaza)... bueno, ni en ningún otro sitio de Olomouc.


Pero lo que realmente nos sorprendió fue la bebida típica de la navidad, el 'punč' (ponche): vino caliente (muy caliente), con algún tipo de alcohol (ron, vodka...), frutas (piña, naranja...) y algunas uvas pasas... Una cosa había garantizada: frío no ibas a pasar aunque estuvieses en la calle a -10ºC.


Y ese debe de ser el motivo por el cual todo el mundo estaba tomando el famoso 'olomoucky punč' en la calle. Entre otras cosas porque, con muy buen criterio, los locales en los que lo vendían no dejaban que lo consumieses dentro.


Y ya, de descanso ya había llegado, es más, ya habíamos visto lo que queríamos en Olomouc: las luces de Navidad encendidas. Estaba claro que, hablando de luces de Navidad, nos faltaba un sitio en el que, seguro, la iluminación era excelente.

Así que, a próxima entrada: Praga no Nadal.

martes, 29 de octubre de 2013

En Austria (II parte)

El lunes nos levantamos temprano para desayunar, pagar el hotel y sacar el coche de la zona de ORA antes de que empezasen a cobrar.

La primera parada sería el palacio de verano de Schönbrunn. Así que buscamos aparcamiento en la calle, ya no estábamos cerca del centro así que no había que pagar, como era temprano no tuvimos ningún problema buscando aparcamiento y nos fuimos caminando hasta la entrada del palacio.


Desde fuera se veía que el palacio iba a ser de los grandes, bueno, en realidad no el palacio en sí, sino todos los terrenos que tenía alrededor. El mismo billete que habíamos utilizado el día anterior para el palacio Hofburg nos sirvió para entrar en Schönbrunn con una audioguía para escuchar la historia del lugar.


Del interior del palacio no tenemos ninguna foto porque no dejan sacarlas, pero diré que merece la pena entrar y escuchar las historias y ver las habitaciones del palacio. Al igual que en los museos visitados el día anterior, la parte que le dedican a Sisi es muy importante y es que, aún no entiendo muy bien el motivo, tienen a esta emperatriz en un pedestal.


La visita al interior duró como una hora y después salimos a los jardines exteriores... ¡amigo! aquello sí que era un mundo aparte: un edificio enorme, cenador le llamaban, al otro lado del jardín (tranquilamente a un kilómetro de distancia) y jardines y fuentes enormes por todas partes. Un lugar para pasearlo tranquilamente durante horas y horas.

Pero nosotros no disponíamos de horas y horas así que anduvimos un poco por los alrededores y nos volvimos al coche para seguir con nuestro camino. Próximo destino: Salzburg, a unos 300 km al oeste.


Podríamos haber llegado a Salzburg por autopista desde Viena pero nos habían recomendado visitar un pueblo al borde de un lago: St Wolfgang im Salzkammergut y nos decidimos a pasar por allí. Pero, oh decepción, después de media hora de coche apareció una de las carreteras cortadas y para llegar al pueblo había que dar una vuelta de varias horas por carreteras secundarias así que buscamos el modo más rápido para llegar a Salzburg desde donde estábamos (en medio de las estribaciones de los alpes alejados de la autopista principal) y nos dispusimos a disfrutar de los paisajes al lado de los lagos, de los ríos y de los pueblos de montaña que aparecían cada pocos kilómetros.


El caso es que no logramos llegar al pueblo recomendado, pero lo que vimos durante el camino mereció la pena de verdad. Y es que cuando vas de viaje y te sales un poco de las autopistas, es cuando realmente puedes apreciar la belleza de los paisajes que atraviesas y puedes ver, en este caso, el Austria que hay tras la autopista, tan verde, tan fresco, tan natural... Uno de esos momentos que, al cabo de los años, acabas recordando con ilusión. Ahora mismo se me viene a la cabeza la vez que dejé la carretera principal para encontrar la Ruta 66 original en el estado de New Mexico y acabé medio perdido en uno de los paisajes que recuerdo con más cariño de mis viajes solo con mi Suburban. Pero eso forma parte de otra aventura y de otro blog.


Finalmente llegamos a Salzburg bastante cansados del viaje por carreteras secundarias y nos echamos a dormir la siesta antes de salir a conocer algo la ciudad por la noche e ir a cenar algo en un restaurante que tenía buena pinta, debía de ser bueno porque no había mesas y tuvimos que cenar en la barra del bar. Para ser realistas, la comida merecía la pena y se entiende que el lugar estuviese lleno. Escribiría el nombre del restaurante, pero estas son las cosas que tiene escribir las entradas meses después: al escribirlas es como si volvieses a vivir todo de nuevo (le sacas doble partido al viaje) pero los pequeños detalles se te van olvidando y a veces internet no te devuelve los nombres que tú estás buscando. (Finalmente sí apareció el nombre: Gasthof Alter Fuchs).


Del paseo, como siempre, destacar las iluminaciones de los edificios, el encanto de la ciudad por la noche y que, visto lo visto por la noche, no podíamos tener más que ganas de visitar todo eso por el día. Esa noche, a fin de cuentas, fue únicamente para hacernos una idea aproximada de las distancias con las que nos íbamos a encontrar al día siguiente.


La parte antigua de la ciudad estaba muy cerca del hotel así que al día siguiente fuimos andando hacia el centro. Antes de llegar al río paramos en un cementerio en el que había algún familiar de Mozart enterrado y en un mirador desde el que se podía ver, ahora ya de día, toda la parte antigua, había que subir unas cuantas escaleras pero el esfuerzo merecía la pena (creo recordar que conté algo así como casi 300 escaleras) y es que como Salzburg está en una zona escarpada todo se reduce a bajar al río y subir al resto de los lugares. Eso sí, todo está a tiro de piedra.


Una vez cruzado el río nos fuimos a dar un pequeño paseo por la calle Getreidegasse para ver la variedad de carteles en acero forjado de las tiendas y que ayudan a dar a la ciudad un aire un poco antiguo, además, es curioso ver cómo algunas tiendas de toda la vida modifican su logotipo para adecuarlo a la estética de la ciudad (Zara, McDonald's, Louis Vuitton...)

 


Desde allí nos dirigimos al teleférico para subir a la fortaleza y en el camino aprovechamos para ver la catedral, la columna (estilo a la de Olomouc) que tienen tapada con una estructura metálica y de cristal y la vida que hay alrededor de la catedral. En nuestro camino apareció un cementerio que se hizo famoso a partir de la película "The Sound of Music" (Sonrisas y Lágrimas) y entramos a dar una vuelta por allí.


Después del teleférico nos fuimos recorriendo las diferentes zonas que se pueden visitar de la fortaleza informándonos un poco más de la historia de Salzburgo y de cómo se hizo importante por su estratégico emplazamiento y, posteriormente, porque fue la ciudad natal de Mozart.



Como era de esperar, las vistas desde la fortaleza eran muy buenas y te dejaban ver que Salzburgo se extiende mucho más allá de su ciudad vieja. Antes de bajar de la fortaleza empezó a llover, pero afortunadamente la lluvia no era nada intensa y no duró más de 20 minutos, tiempo que aprovechamos para seguir viendo las salas de la fortaleza. Cuando llegamos a la parte de abajo de la ciudad, por supuesto, en el teleférico, ya había parado de llover y ya no volvería a llover más en todo el día. Como había dicho en Viena, tuvimos mucha suerte con el tiempo, en Salzburg no estaba soleado, pero no hacía nada de frío y no llovió más que un rato durante nuestra visita.


Al bajar empezamos a recorrer las zonas dedicadas a Mozart: Mozartplatz (una de las principales plazas de la ciudad), la casa natal de Mozart, la casa donde vivió Mozart durante su juventud, los chocolates de Mozart por todas partes, marionetas de Mozart, estatuas vivientes de Mozart... Vamos, lo que era de esperar de la ciudad en la que nació este genio.


Después de comer algo en un restaurante de comida rápida que nos pareció muy curioso (un lugar muy pequeño con media docena de mesas muy pequeñas y con comidas de tendencia oriental) y comer unas castañas calentitas, seguimos con nuestra visita hacia los jardines de Mirabellgarten para seguir viendo los escenarios de la película Sonrisas y Lágrimas.

Los jardines están del otro lado del río y estuvimos un rato paseando por allí y disfrutando de las vistas... si es que esta gente de la realeza tenía buen gusto para situar sus palacios y jardines, en todas partes las vistas son admirables aún cuando han ido surgiendo edificios por todas partes, sin edificios que estorbasen aquello tenía que ser impresionante.


Tras las fotos repitiendo las poses de la película, algo que seguramente nadie habrá hecho nunca :P, nos fuimos paseando por las callejuelas de la parte moderna de la ciudad hasta el hotel para descansar un poco las piernas.

Por la noche ya habíamos decidido el restaurante al que íbamos a ir y resultó ser una buena elección. Fue un lugar que habíamos encontrado mientras bajábamos del primer mirador de la mañana y que, no sé porqué, nos dio la sensación que tendrían platos con gambas, el nombre: Shrimp Bar :) (totalmente recomendable)


Al día siguiente nos fuimos a hacer unas compras para Saraí, como llovía muchísimo decidimos pagar el hotel, llevarnos el coche e irnos directamente después de comprar. El resto del viaje se resume en lluvia, autopistas, gasolinera, parada en el Subway de Brno para comer un bocata (a lo largo de los viajes que pasan por Brno se está convirtiendo en una tradición, muchas veces a pesar de que Saraí intenta persuadirme para que paremos en otros McDonald's)

Llegamos a Olomouc sobre las 18:30h (el miércoles), lo suficiente para descansar un poco, ordenar mentalmente todo lo visto, irse a dormir y acabar la semana de dos días de trabajo.



Sempre dá gusto voltar a traballar e ter tan só dous días por diante.