sábado, 8 de febrero de 2014

Hacia el Centro de Europa V: Beograd (Srbija)

Se había acabado nuestra estancia en Turquía pero eso no significaba que el viaje se hubiese terminado...



A la mañana siguiente, sobre las nueve de la mañana nos pusimos en marcha para cruzar de nuevo dos controles fronterizos en un día: Turquía - Bulgaria, Bulgaria - Serbia.


El día estuvo estupendo: sol, nada de frío y nada de lluvia. La única novedad fue que se nos pinchó una rueda del coche en Bulgaria y hubo que cambiarla en el momento... nada del otro mundo. A partir de ahora recordaré que la primera rueda que se pinchó del Citroën C4 fue como a 200km de Sofia.


Finalmente llegamos a Belgrado sobre las ocho de la noche como habíamos planeado, buscamos el hotel con ayuda del mapa del teléfono y nos fuimos a descansar del día vivido. Y digo que lo buscamos con el teléfono porque, oh sorpresa, el GPS reconocía la ciudad de Belgrado pero no tenía ninguna calle de la ciudad. Menos mal que me había dado cuenta el día anterior y cargué previamente los mapas en el teléfono.


Al día siguiente compramos unos billetes de autobús y nos fuimos en transporte público a ver la fortaleza de Belgrado y a caminar un poco por las calles de la ciudad. Nos dedicamos a tomar el sol (sí, sí, en Belgrado y a principios de febrero) en la fortaleza, a relajarnos con las vistas de los ríos Sava y del Danubio y a pasar el día de la forma más tranquila posible. Después de visitar la catedral, ver el impresionante Hotel Moskva (Moscú), la asamblea de Serbia y visitar la iglesia ortodoxa de San Marcos. Nos montamos de nuevo en el bus y regresamos al hotel para decidir dónde podíamos ir a cenar. Ah, claro, y también aprovechamos para que nos arreglasen la rueda pinchada en un taller cerca del hotel.


Tuvimos suerte y a cinco a pie del hotel había un restaurante con buena calificación en TripAdvisor y allá nos fuimos a cenar. Era un restaurante de pescado que estaba realmente bueno y, aunque se veía que era un lugar caro, al hacer la conversión a euros nos dimos cuenta que ni tanto. Además, en general, los lugares de pescado siempre suelen ser un poco más caros que el resto. 

Al día siguiente nos quedaban 700km para llegar a Olomouc así que, tras levantarnos sin prisa y desayunar, nos cruzamos la frontera Serbia - Hungría, atravesamos Hungría, Slovakia y llegamos a casa con muchas cosas que ordenar en la cabeza de todo lo que habíamos visto y vivido durante la última semana.

El resumen del viaje, en pocas palabras es que nos encantó ver diferentes países, oír diferentes lenguas y, sobre todo, poder comparar las formas de vida en estos países. Indudablemente TODO tiene su encanto y el hecho de poder parar en Sofia y en Belgrado, que son ciudades poco turísticas en general, le dio al viaje una perspectiva diferente a otros viajes hechos. De Istanbul poco que decir que no se haya dicho previamente en cualquiera de las entradas anteriores: una ciudad 100% 'must see'.

Algo de lo que acabé dándome cuenta: en USA es muy bonito viajar pero le falta una cosa: el subidón de no entender nada de lo que te dicen y saber que, al día siguiente, vas a seguir sin entender nada de lo que te digan o, quizás, entender menos cosas todavía.



Y es que, a pesar del poco checo que hemos aprendido, nos dimos cuenta que en Hungría, Serbia y Bulgaria hay palabras muy parecidas y quizás puedas entender alguna palabra de la que escuchas cuando la gente habla contigo sin saber que no entiendes ni papa (no incluyo Slovakia porque no llegamos a bajar del coche en este país ni para echar gasolina, eso sí, ya lo haremos). En Turquía la cosa ya cambiaba y ahí sí que no pillábamos nada de nada, menos mal que Istanbul es muy turístico y todo el mundo habla inglés y/o español.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Hacia el Sureste Europeo IV: Istanbul (Turquía)

El último día en Estambul fue un poco más relajado con respecto a las visitas porque el cansancio ya estaba haciendo mella en las piernas y aún teníamos que guardar fuerzas para recorrer los 1700 kilómetros de vuelta.


Lo primero que hicimos ese día fue dirigirnos a Santa Sofía y maravillarnos con la amplitud y con la mezcla de toques católicos e islámicos del lugar. Para entrar a Santa Sofía hay que pagar entrada, la cual, después de estar dentro, incluso te parece muy barata. La parte que 'estropeaba' un poco el lugar es que estaban restaurando uno de los laterales de la basílica y tenían un mega andamio. Pero bueno, esas cosas hay que entenderlas porque para tener todo presentable hay que mantenerlas cada cierto tiempo.


El caso es que estuvimos un buen rato por allí dentro visitando la planta baja, la planta alta y los mosaicos dorados que hay por todas partes. Después nos fuimos a dar un paseo por los alrededores y nos fuimos a comer algo a un restaurante que estaba cerca de allí y que habíamos encontrado en TripAdvisor.


Por la tarde nos fuimos a la parte asiática de Estambul. Así que un par de horas antes de que se empezase a poner el sol nos montamos en un barco que nos cruzó hasta Üsküdar y desde allí empezamos a ir hacia el sur al lado del Bósforo, habíamos leído en algún sitio que en el muelle había una zona con alfombras para sentarse y tomar un té mientras se disfrutabas de las buenas vistas. Finalmente nos sentamos prácticamente enfrente de la torre Maiden, un faro que hay en medio del mar.

 

Lo cierto es que el lugar merecía la pena y las vistas de Istanbul mientras se iba haciendo de noche y se empezaban a iluminar esos gigantescos monumentos era digna de ser admirada. Como os imaginaréis sacamos un montón de fotos del momento y es que ya nos habíamos pertrechado con el trípode sabiendo que la noche nos iba a requerir dejar la cámara quieta.


Allí estuvimos un par de horas entretenidos con las vistas. Cuando nos dimos cuenta que ya empezábamos a tener frío (íbamos abrigados pero estar un par de horas parado al lado del mar es lo que tiene) hicimos el camino inverso para regresar a Europa. A la vuelta nos fijamos en la mezquita que está justo enfrente del embarcadero, ya la habíamos visto a la ida pero no nos había llamado demasiado la atención, y es que estaba estupendamente iluminada y era imposible no fijarse en ella.


Tomamos el ferry de vuelta y nos fuimos caminando al hotel y parando en alguna tienda de souvenirs para comprar algunos recuerdos, algo raro en nosotros porque nunca solemos comprar souvenirs.


Ese día cerramos el 'chiringuito' pronto y nos fuimos a descansar para estar frescos al día siguiente para los 1000 kilómetros hasta Beograd.

martes, 4 de febrero de 2014

Hacia el Sureste Europeo III: Istanbul (Turquía)

Para el tercer día en Istanbul teníamos planeado visitar el interior de la Mezquita Azul, el Grand Bazaar, La Mezquita de Süleymaniye y un paseo por el Bósforo en barco. Así que después de levantarse medianamente temprano y desayunar en el hotel empezamos a caminar hacia nuestro primer destino.

 

De la Mezquita Azul poco que decir puesto que los exteriores del lugar son un fiel reflejo de lo que vas a encontrarte por dentro. De este lugar nos encantó las dimensiones gigantescas, la luminosidad interior y la sensación que te invade por dentro cada vez que estás en un lugar así y de cómo las religiones pueden mover miles de millones para tener contentos a los fieles. Teníamos grandes expectativas con ese lugar (es lo que te genera cuando lo ves por fuera) y el interior no defrauda los magníficos exteriores del lugar. Un 'must see' en toda regla.



De allí nos fuimos caminando por callejuelas hasta el Grand Bazaar y si el día anterior nos había impresionado lo grande que era el de las Especias, al entrar ahí, nos dimos cuenta que cualquier bazar visto anteriormente se convertía en ridículo, qué cantidad de callejuelas y tiendas, un vendedor nos dijo que había algo menos de 4000 puestos y que tenían que lograr la venta según entrabas por la tienda porque el que decía que iba a seguir mirando y si no le gustaba nada volvería era, en la mayoría de los casos, incapaz de volver a encontrar la tienda. Y no me extraña, nosotros estuvimos un buen rato buscando una salida (cualquiera) y tardamos un buen rato en encontrarla.


Allí compramos un par de cosillas, por las cuales tuvimos que regatear y logramos un precio mucho menor (en un caso más del 50%) del que pedían inicialmente pero, aún así, salimos con la idea de que habíamos más que sobrepagado por lo que compramos. Pero bueno, qué sería de la visita a Estambul si no te acabases sintiendo timado :P


Del Grand Bazaar a la Mezquita de Suleyman pasando por la zona universitaria. Cuando quisimos entrar resultó estar cerrada (creo recordar porque era la hora de la oración y en esa mezquita no querían turistas) así que sacamos unas fotos de los exteriores y, esperando que el interior fuese similar a las mezquitas que ya habíamos visitado, nos fuimos caminando hacia el antiguo acueducto.


En nuestro paseo paramos en un bar cualquiera (resultó ser un bar de estudiantes en el que no se vendía alcohol pero en el que todos estaban fumando en cachimba) a comer algo y después seguimos con nuestra visita. Cerca había una mezquita mucho más pequeña que las que habíamos visto pero que nos llamó, de algún modo, la atención. Así que nos fuimos hasta la puerta y resultó estar todo desierto (no era hora de la oración y los turistas debían de estar comiendo).



Nos vio un señor, que resultó ser uno de los encargados del templo, y como nos vio dudando de si entrar o no, nos animó a descalzarnos y, hablando en español, entró con nosotros a la mezquita y nos estuvo explicando algunas cosas acerca del islam y de los elementos de las mezquitas, muy interesante todo lo que nos contó y sobre todo, muy interesante el poder ver una mezquita por dentro con sólo un par de personas vagando por allí.


El propio señor nos animó a que pasásemos a la zona de rezar y que tomásemos todas las fotos que quisiésemos. Nos dijo que la mezquita en la que estábamos era, si no la más antigua de la ciudad, una de las más antiguas y que todas las mezquitas tenían únicamente en su interior cuatro pilares principales que sostenían toda la cúpula y que en cada pilar estaban los nombres de las cuatro etnias que están englobadas en el islam. Nos comentó también la orientación de las mezquitas (hacia la Meca) y cuál era el punto hacia el cual tenía que rezar todo el mundo, mirando al que lee el Corán puesto que está justo en la dirección de la Meca. Cuando acabó de contarnos algunas historias más (como que una mezquita no era sólo eso si no que también era considerado un centro social) nos acompañó a la salida. Como había sido muy amable le dejamos algunas liras para la conservación de la Mezquita y seguimos con nuestro camino.


Como ya estábamos un poco cansados de tanto caminar cogimos un taxi y le dijimos que nos llevase a Eminönü para coger un ferry por el Bósforo, cuando estábamos como a un kilómetro del puerto nos encontramos un atasco enorme y el taxista, muy honesto, nos hizo entender (no hablaba inglés y menos español) que nos bajásemos que el puerto no quedaba tan lejos y que nos iba a salir por una pasta si seguíamos allí embotellados. Así que le pagamos la carrera hasta allí y nos fuimos andando.


Y menos mal que nos fuimos andando porque, como a las tres de la tarde empezaron a llamar a la oración desde todas partes y el espectáculo auditivo fue más que sorprendente. Personalmente pienso que la llamada a la oración es una de las cosas que más sorprende de esta ciudad.


Una vez en el puerto sacamos el billete y, mientras no salía nuestro barco, nos fuimos a sentar para ver el movimiento de gente: por todas partes personas, corriendo, caminando, vendedores de bocadillos de pescado trabajando frenéticamente...



Nos montamos en el barco y nos dedicamos a sacar muchas fotos de todo lo que veíamos: la parte asiática, el skyline de la ciudad, el puente del Bósforo, los palacios que están al lado del río... Sacamos alguna foto realmente buena porque el cielo quiso regalarnos diferentes haces de luz sobre algunos monumentos importantes y como estaba cayendo el ocaso pues todo se veía mucho más 'místico'.


Una vez en tierra firme otra vez nos fuimos callejeando hasta el hotel y apartando de la enorme cantidad de gente que había por todas partes. Ese día estábamos tan reventados de la visita que pedimos que nos trajesen algo a la habitación y nos quedamos dormidos pronto.