sábado, 12 de octubre de 2013

En la Carretera de Nuevo: Kraków

Como si de un capítulo de los Simpsons se tratase, en cuanto sonó el timbre de final de las clases el viernes, salí corriendo para casa, pusimos las maletas (que ya estaban preparadas de la noche anterior) en el coche, arrancamos y ya no volvimos a parar hasta que llegamos a... Cracovia, Polonia.

  
El camino hasta allí podría estar bien porque es todo autopista, salvo que había un tramo que estaban arreglando, o acabando de construir, y nos tuvimos que desviar a una carretera secundaria... y entre las obras en esa carretera, que el firme daba pena en muchos sitios (baches, asfalto abombado, pueblos y más pueblos...) pues el viaje se hizo un poco más largo de lo esperado. Y si aún por encima le sumamos las colas de 30-40 minutos para pagar en las dos casetas de peaje, pues si teníamos pensado llegar como a las cuatro o cuatro y media, acabamos llegando más cerca de las siete que otra cosa.


Bazylika Mariacka
Castillo de Wawel
Y sí, ya nos habían avisado de que las carreteras en Polonia estaban bastante mal y que sólo te podías fiar de las autopistas... pero no sabíamos que todo iba a estar como nos lo encontramos. Fijaos que el firme incluso era malo, por no decir malísimo, en el propio centro de Cracovia, que pasa por ser una de las ciudades más importantes de Polonia. También hay que decir que en estos años están empezando a construir varias autopistas y las autopistas en Polonia, salvo el problema de las filas en los peajes, son realmente buenas y con muy buen firme (límite hasta 140 km/h).


Bueno, pues llegamos al Old Time Hotel Kraków (un buen hotel decorado a la antigua y con un buen desayuno), aparcamos el coche y nos fuimos a dar una vuelta al centro para ver cómo de lejos estaba, 10 minutos andando, y dónde podíamos cenar algo. Las primeras impresiones de Cracovia fueron buenas: una ciudad bastante tranquila y con muchas cosas para ver... además, en la mayoría de los sitios, si la ciudad está bien iluminada, las vistas por la noche son "diferentes"... y en este caso la iluminación, podemos decir tenue, de Cracovia hacía que todo se viese con un encanto especial.


Esa noche estuvimos paseando durante bastante tiempo y nos bajamos hasta el castillo de Cracovia y nos dejamos llevar por las callejuelas no principales de la ciudad... atravesando varias veces el jardín que rodea todo el centro histórico.


Cuando llegamos al hotel, cansados como era de esperar, aún nos quedaba un poco de planear el día siguiente: Minas de Wielicka y Barrio Judío de la ciudad.

Para llegar a Wielicka fuimos en coche, está como a una media hora, al llegar buscamos un sitio para aparcar que no fuese de pago y lo encontramos sin problemas muy cerca de las minas. No teníamos muy claro el horario de entrada a la mina y los idiomas de la visita y al final resultó que tuvimos que esperar casi una hora para la siguiente visita en inglés.


Al entrar en la mina nos esperaba una bajada de unos 300 escalones tras los cuales se abría el resto de la mina: por lo que nos contaron era visitable como un 3% de la mina y que algunas de las otras galerías estaban en estudio para poder ser abiertas. Como quiera la visita a la mina se prolongó durante unas dos horas así que no me quiero imaginar lo que habrá que caminar para poder ver la mina completa.

Juan Pablo II en sal
Una de las historias que nos contaron era que los mineros de Wielicka hacían que los soldados nazis entrasen a perseguirlos en la mina y hacían que se perdiesen para dejarlos morir allí... con el tamaño de la mina, no me extraña nada que se perdiesen.



De la mina decir que era impresionante, había salas gigantescas y todo estaba tallado con la sal de la propia mina, incluso había una iglesia enorme dentro de la mina. Después de visitar muchas salas, en las que nos contaban la historia de cada una de ellas, acabamos la visita en el restaurante de la mina y pudimos ver el salón que había habilitado para hacer bodas. En general, todas las salas tenían una historia común y es que en ellas, una vez que retiraban toda la sal que tenían planeado, hacían algunas esculturas para conmemorar que esa sala ya se había acabado, el resto ya es parte para que veamos los turistas.


La salida de la mina está en el centro del Wielicka, sorprendentemente no se sale por el mismo lugar que por donde se entra, así que nos fuimos dando un paseo hasta el coche y ya arrancamos de nuevo para Cracovia.



La idea era parar antes de llegar al hotel para visitar el barrio judío y la fábrica de Schindler (la de la película) y paramos en un barrio que había justo antes de llegar al río, aparcamos y todo pero no teníamos muy claro a dónde teníamos que ir así que no encontramos nada y nos fuimos al hotel. Después, por la tarde, nos daríamos cuenta que habíamos aparcado justo en el centro de todo lo que queríamos visitar... estas suelen ser las cosas que ocurren cuando no conoces bien una ciudad.


Después de descansar un poco en el hotel nos pusimos rumbo a la plaza en la que habíamos estado la noche anterior, nos fuimos a comer y nos echamos a andar para buscar el barrio judío que se convirtió en gueto en la 2ª Guerra Mundial. Nos encontramos a un grupo de judíos con guía y los estuvimos siguiendo un rato porque estaba claro que ellos sí sabían a dónde iban :)


Finalmente llegamos a la plaza en la que los alemanes separaban a las personas del gueto para trabajar o para mandarlas a los campos de concentración (en la película La Lista de Schindler es la plaza en la que los nazis montan las mesas y las sillas antes de pedirles la documentación a los judíos). En la plaza había un grupo de judíos visitando el lugar. Después de ver un ratillo la plaza nos fuimos a ver la fábrica de Schindler, convertida actualmente en museo.


Aún no eran las cuatro de la tarde, pero con la cantidad de kilómetros que llevábamos en las piernas tras visitar la mina de sal y cruzar todo Cracovia decidimos regresar al hotel a descansar, claro, no sin antes volver a pasar (porque nos quedaba de camino) por la plaza mayor.

Fábrica de Schindler




Después de una siesta y de buscar en internet algún sitio para cenar, Saraí encontró un restaurante mexicano, el Alebriche ('ch' se pronuncia como 'j', y mis amigos mexicanos sabrán que esa palabra sí significa algo), que quedaba a menos de diez minutos andando del hotel así que decidimos ir a ver qué tal se comía allí... Y realmente nos quedamos sorprendidos porque la comida fue muy buena y, por lo que dijo Saraí, sí se parecía todo a la comida mexicana de verdad... algo que a veces es bastante difícil de encontrar fuera de México.
En el Alebriche
Después de la cena, a dormir, al día siguiente nos quedaba levantarnos un poco temprano para ir a visitar nuestro siguiente destino...


Pero eso xa será parte doutra entrada que esta quedou, francamente, moi longa...

Por certo, quedou por visita-lo castelo de Wawel pero é que a viaxe foi moi concentrada, así que esa parte da cidade, moi bonita polo que di todo o mundo, quedará para a próxima visita a Cracovia.

2 comentarios:

  1. Lo de las minas de sal debe ser impresionante, me ha impactado mucho...
    Oye, de viajes veo que sguís disfrutando muchísimo (y de paso dando envidia al personal)... Cómo ha sido la experiencia en el instituto este primer trimestre???
    Un abrazo!

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  2. Positiva es la palabra que define esta nueva experiencia. Tú sabes todos los miedos que tenía justo antes de cruzar la frontera por Irún. Por suerte, todos esos miedos eran no fundamentados y al llegar aquí todos cayeron por su propio peso: una casa amplia en la que se puede vivir tranquilamente, unos alumnos infinitamente más respetuosos que en 'otros países', una ciudad pequeña y muy agradable para vivir, buenos compañeros (tanto del trabajo como de otros círculos) que siempre están dispuestos a echar una mano en lo que haga falta, buenos lugares en los que pasar el tiempo... y lo mejor de todo: la mejor cerveza del mundo a precios ridículamente baratos (o a lo mejor es la mejor cerveza del mundo porque es ridículamente barata...)

    A ver si continúo con el blog, que este comentario tuyo es de diciembre, el mío es de enero y en el blog me he quedado en octubre...

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